Rosa María Alberdi Castell: «Las enfermeras se queman porque las condiciones de trabajo son horribles»

Es la primera enfermera española doctora honoris causa. Ha habido que esperar mucho para que hubiera una, ¿no?

Sí, creo que tiene que ver con el reconocimiento y la importancia que se da al trabajo de las enfermeras. Teníamos varias extranjeras y la única española soy yo. Cuando me lo dieron dije que el camino hacia el doctorado lo habíamos hecho todas, un camino hacia la normalización. Es normal que haya enfermeras españolas doctoras honoris causa, lo anormal es que no hubiera ninguna y que ahora sólo lo sea yo. Las universidades deberían reflexionar.

¿Por qué cree que es así?

Mira, estoy leyendo ‘El infinito en un junco’, de Irene Vallejo, un libro maravilloso. Ella habla de las costumbres, de Herodoto, y dice que no hay nada más fuerte que las costumbres. Además, todo el mundo piensa que las suyas son las mejores. Nos pasan dos cosas. La primera es que las enfermeras españolas venimos de la parte no reformada del Concilio de Trento. En la parte reformada los cuidados quedan abandonados, hay una etapa oscura, mientras que en la parte católica, que no se reforma, contamos con la ayuda de las religiosas, que siguen cuidando, como siempre han hecho. Lo bueno de esto es que cuentas con ese caudal de energía, pero lo malo es que se confunde vocación con sumisión. Una enfermera debe tener interés por lo que hace, vocación, pero no hay que confundirla con una vocación de carácter religioso. Eso nos ha lastrado.

Hablaba de dos cosas. ¿La segunda?

Pues que es una profesión profundamente feminizada, con más de un 80% de mujeres, y reproducimos los estereotipos de género femeninos. Esto dificulta que sea natural que tomemos la palabra en los ámbitos de decisión. Con el covid se ha visto claramente que las enfermeras son insustituibles, indispensables, la pera. Pero si te paras a pensar qué hemos hecho diferente, la respuesta es, en realidad, nada. Hemos hecho lo de siempre, pero en condiciones extraordinarias. De riesgo, inseguridad y peligro. Y con incertidumbre. Se ha visto lo extraordinario del trabajo de las enfermeras. Rosa María Alberdi Castell: «Las enfermeras se queman porque las condiciones de trabajo son horribles»

Rosa María Alberdi, el viernes, en la puerta del Club Diario.Vicent Marí

Faltan enfermeras.

Sí, hay una falta enorme que tiene que ver con la poca valoración que tenemos en nuestro país, con la precarización de los puestos de trabajo y, sobre todo, con la política de recortes terrible que se produjo a partir del 2012. Las enfermeras aportan algo imprescindible, el acompañamiento en cualquier circunstancia de la vida. Los médicos luchan contra la muerte, son importantísimos, giran alrededor de la patología. Nosotras, de la vida. Es una profesión indispensable, pero los cuidados están vinculados a lo femenino.

¿En su caso, fue antes la psicología o la enfermería?

Soy una enfermera muy extraña. Llegué de rebote. Estaba estudiando Psicología y me di cuenta de que a la carrera le faltaba mucho contenido de fisiología, anatomía… Conocimiento del cuerpo humano. Así que combiné ATS, que es como se llamaba antes, con Psicología, Las acabé las dos a un tiempo, encontré trabajo enseguida de enfermera y me topé con el concepto del cuidado, mirar al otro con un interés especial, atenderlo como lo haría él mismo si pudiera, y se metió en mi vida. Descubrí una pasión. Y sigo apasionada.

Psicología y enfermería, ¿se alimentan una a la otra?

Sí, creo que las personas miramos el mundo muy influenciadas por lo que hemos estudiado, por aquello a lo que nos dedicamos. Estudié Psicología porque tenía una voluntad de colaborar con el otro, de ayudar, y la enfermería vino para llenar aún más esa mirada. No se han peleado ni molestado nunca. Se complementan.

De hecho, imagino que en el día a día una enfermera tiene que hacer mucho de psicóloga.

Han estudiado psicología en la carrera. Las intentamos formar para que atiendan a una persona en todos los ámbitos. Una enfermedad no define a una persona, quizás la limita, la hace sentirse sola, la hace sufrir… Pero no la define. La enfermedad es una parte de ella, no todo. La nuestra es una profesión muy compleja que necesita mucha reflexión. Es evidente que hay que saber muchas técnicas y medicación para controlar la seguridad del paciente, pero sobre todo debes tener una mirada de cuidado que te haga entender que las necesidades de una persona concreta, que son generales, se configuran de una manera determinada en esa persona. Si giras sólo alrededor de la enfermedad, eso no lo ves. Es evidente que no tratas igual a una persona de 47 años de 50 kilos que a una de 70 que pesa 90. Esto lo saben también los médicos, pero su punto de atención está en otro lado.

«Los médicos giran alrededor de la patología, nosotras, las enfermeras, de la vida»

decoration

Es profesora en la UIB, ¿qué es lo que más le interesa que aprendan sus alumnos?

Que demuestren su competencia en intentar entender cómo pueden atender a una persona determinada. Esto es fácil de decir y difícil de hacer. Hay ayudas y métodos para dejar de fumar, por ejemplo, pero no es tan sencillo. Mira, hace poco hablábamos del caso de una mujer que necesita oxígeno y que fuma. Ante esta situación, su médica se enfada. Su enfermera se plantea conseguir que no fume junto al oxígeno. Luego ya veremos. Si no puede dejar de fumar, que lo haga, pero de forma segura. Y hay que pensar por qué fuma a pesar de que se ahoga.

¿Todo esto se aprende o tiene que venir de serie?

Los alumnos llegan a la facultad porque tienen interés en ayudar. Vocación. Aunque esta palabra está un poco denostada, yo la defiendo. Piensa que cuesta mucho entrar en Enfermería, tienes que tener un notable.

No es que escojan Enfermería porque no pueden estudiar Medicina, como se decía antiguamente.

Exacto. No vienen rebotados de otras carreras. Y es una carrera muy exigente. Cuando alguien intenta estudiar Enfermería trabajando al mismo tiempo siempre les digo que no pueden hacerlo por lo exigente que es. Los alumnos nos llegan con una llamita encendida y se trata de que la sepamos convertir en una brasa, que no se apague.

Y que no se convierta en una hoguera, que si no acaban quemados, supongo.

Las enfermeras se queman porque las condiciones de trabajo son horribles. La precarización, cambiar constantemente de lugar de trabajo. Para hacer un plan de cuidados debes tener tiempo para conocer a esa persona, no puedes estar una semana aquí y otra en la otra punta de la isla. Así no puedes hacer un seguimiento ni un plan serio. Esta precarización realmente hace mucho daño y hay que combatirla. Si la gente no trabaja en las mejores condiciones posibles no puede hacer bien su trabajo.

«Hemos hecho algo que va en contra de la supervivencia, proteger a los más débiles. Es un milagro»

decoration

Si fuera la consellera de Salud, ¿qué decisiones tomaría?

Pues las que se han tomado, como poner en marcha las oposiciones y crear plazas en propiedad. Trabajaría para intentar que los gestores trabajen para sus empleados, para que trabajen de la mejor forma posible. Para que se ofrezcan los mejores cuidados, las enfermeras deben trabajar en las mejores condiciones.

¿El principal escollo para esto aquí es la falta de enfermeras?

Ése es un problema muy grande. Tenemos en la facultad una presión tremenda. Recuerdo cuando, tras el decreto de 2012, los enfermeros acababan la carrera y se tenían que ir a Inglaterra y Alemania. Ahora es al revés. Se los rifan. Es un problema grandísimo la falta de enfermeras. Estamos trabajando con las consellerias de Salud y Educación para aumentar el número de personas que se pueden formar en la UIB.

¿Qué pasa con la especialización de las enfermeras?

Pues tenemos reconocidas una serie de especialidades. Comunitaria, salud mental, pediátrica, geriátrica… Pero el sistema sanitario no tiene previsto cómo provechar este conocimiento. Te especializas en salud mental, por ejemplo, que cuesta dos años, y te llaman para trabajar en quirófano. En el sistema sanitario no están definidas estas plazas,sólo las matronas. Con todo el lío que hemos tenido en las residencias… Imagina que cada una tuviera una enfermera geriátrica. Estamos en un momento de lucha. Las enfermeras no queremos excepciones, queremos la normalidad. Como las mujeres. Movimientos como el #Nursingnow están poniendo en evidencia a los sistemas sanitarios. La alta política debe darse cuenta de que las enfermeras deben estar en la toma de decisiones. Su mirada es necesaria.

Habla de la política, usted ha estado en ese bando. ¿Qué se pierde entre lo que se quiere hacer y lo que al final se hace?

Nunca tuve cargos de gestión política, tampoco los quise. Me gusta la política legislativa, parlamentaria. Cuando me invitaron a entrar no había estado, siquiera, en un partido político, era independiente aunque había estado muy cerca del PSOE en la conselleria andaluza de Salud. Tuve la suerte de entrar en el Parlamento, que me enseñó la importancia de la política. Establece derechos, las condiciones en las que pueden exigirse y prever los recursos necesarios para ello. Me pareció una herramienta brutal.

Una herramienta sí, pero ¿qué pasa luego?

Es cierto que hay un decalaje entre lo que estableces y su gestión. Mira, soy del comité de ética asistencial y he estado muy implicada en la Ley de Eutanasia. Es una responsabilidad enorme. Hay que prever objeciones de conciencia, las circunstancias en las que se aplicará, la seguridad… Gente con mala intención ha querido denostar la ley, que es brutalmente garantista, excesivamente garantista, incluso. Cuesta mucho adaptar esta estructura a algo así. Ese decalaje viene de ahí, de la dificultad para convertir los objetivos políticos en gestión porque no puedes decidir solo, no tienes los recursos o hay que priorizar.

« Se ha visto que las enfermeras somos indispensables, pero no hemos hecho nada diferente»

decoration

Tengo la sensación de que hay una épica del dolor. Sufrir está mejor visto que decir que no puedes más.

Sí. Claro. Venimos de parirás con dolor y de ganarás el pan con el sudor de tu frente, de una tradición en la que se ha visto la enfermedad como un camino de salvación o una forma de honrar a Dios. También hay un gran error. La gente dice que si alguien tiene dolor no hay problema porque se puede evitar. ¡Claro! Pero no el sufrimiento, que tiene un componente subjetivo enorme. Esto cuesta mucho entenderlo cuando crees en una verdad indiscutible. Un tetrapléjico no puede sentir dolor, pero sí sufrimiento. Y ese sufrimiento no lo entiendes si crees que el sufrimiento es dolor. Tú no lo entiendes, tú no lo harías, perfecto, tienes la objeción de conciencia, pero tú no puedes decidir por otro.

¿Cree que habrá más médicos objetores que enfermeras?

No lo sé, es una pregunta que también me he hecho. No tanto por el número de unos y otras sino por el hecho de que tendremos que pensar mucho en estas personas que tendrán que acompañar a la gente en el proceso. Será muy complejo. Y crudo. He pensado mucho en cuando estos profesionales se enfrenten a un paciente que les diga que quiere que le ayuden con una eutanasia o un suicidio asistido. Confío en que habremos sabido establecer la relación con este paciente para acompañarlo y en que seremos lo suficientemente humildes para entender su decisión, una vez seguros de que no tiene una enfermedad mental, no está condicionado y de que dispone de los cuidados paliativos adecuados. Que padece un sufrimiento insoportable. Será complicado administrar un medicamento que sabes que producirá la muerte. Pero sé que sabremos acompañar al paciente y también acompañarnos unos a otros.

Llevamos años presumiendo de la sanidad pública española. ¿El covid ha dejado al aire sus vergüenzas?

En centros de salud y hospitales hemos hecho las cosas de la mejor forma posible. Lo que ha puesto de manifiesto la pandemia es que había otros ámbitos, como las residencias. No hemos entendido que estos lugares en los que viven las personas no son sólo sus casas, que debían tener una mirada de cuidados. No se trata de medicalizar las residencias, sino de aplicar cuidados que impidan que los usuarios estén en la fragilidad en la que se encontraban. Si algo se ha hecho mal es porque teníamos mucho miedo o porque pensábamos que era la mejor forma de hacerlo. Pasaba esto en las residencias, pero al mismo tiempo teníamos los hospitales llenos, no teníamos equipos de protección, no sabíamos nada de la enfermedad, caían enfermos los sanitarios… Éstos, desde la más alta cúpula hasta abajo, lo han hecho todos muy bien. Han estado donde debían estar.

« Para dar los mejores cuidados las enfermeras deben trabajar en las mejores condiciones»

decoration

¿Y ahora?

Pues ya no tenemos esa presión y vemos que nos hemos dejado a muchos enfermos crónicos por el camino y muchos diagnósticos por hacer. Nos tenemos que poner las pilas con esto. Y con la vacunación, que es lo que nos da esperanzas, pero sobre todo con lo que hemos dejado atrás porque teníamos las UCI a tope y todos los sanitarios dedicados al covid. No puede ser que aún se atienda por teléfono en algunos centros de salud. Nos tenemos que poner en serio.

¿Ha echado de menos alguna decisión política durante la pandemia?

He pensado muchas veces en la enorme responsabilidad que están teniendo. Algunos de los que toman decisiones son amigos, gente a la que quiero. Creo que se han dejado la piel, han hecho lo que han podido. ¿Que luego saldrá que se han equivocado? Ya veremos qué pasa. Creo que ha habido una dedicación extrema a intentar salvar el mayor número de vidas que ha tenido como consecuencia un debilitamiento de la economía: ERE, ERTE, paro, los comedores sociales llenos… Lo primero era intentar salvar vidas y hemos vivido varios milagros. El primero, que nuestra sociedad ha hecho algo que va en contra de la supervivencia: cuidar primero a los más débiles, vacunarles. El segundo, que las vacunas sean gratuitas. Y no hablo de nuestro país, sino de otros con sistemas liberales, como Estados Unidos. Mientras todas y cada una de las personas de este mundo no estén libres de covid no lo estaremos ninguno.

O sea, que es optimista.

Sí, tengo una mirada optimista de la humanidad. Está claro lo que ha pasado, las muertes en soledad, por ejemplo, pero veo lo que hemos conseguido. Lo que quiero saber ahora es de dónde ha salido el virus.

Lorena Torres: «Ni soñaba con estar en la NBA»

«Desde el principio me han gustado los deportes que te machacan mucho», ha contado Lorena Torres en el coloquio ‘De Ibiza a la NBA’, que ha tenido lugar esta tarde en el Club Diario de Ibiza. Lorena Torres ha asegurado que nunca soñó con estar en la NBA y que simplemente se ha centrado en hacer bien lo que tenía que hacer en cada época de su vida. Así, con constancia, dedicación y esfuerzo, las oportunidades que ni siquiera se planteaba llegaron a su vida, relata.

Lorena Torres empezó con cuatro años bailando en la escuela Capricorn de Ibiza. Tres años después, pasó a la gimnasia deportiva, que por recomendación médica dejó de lado por la natación sincronizada. Con la ‘sincro’ llegó a Barcelona, con el Club Kallípolis, que le sirvió de trampolín al Centro de Alto Rendimiento Joaquín Blume, donde llegó con una beca.

Con este currículum en sus edades más tempranas, tuvo claro siempre que quería dedicarse al mundo del deporte, así que se licenció en INEF Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Barcelona y cursó varios másteres en distintos países. Empezó en el mundo laboral en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, donde trabajó 12 años y con varias disciplinas deportivas como el tenis o el golf. Desde el CAR de Sant Cugat se trasladó a la cantera del Barcelona de baloncesto. También trabajó en 2013 con el equipo español de natación sincronizada, donde realizó un plan físico a medida para las nadadoras, entre las que se encontraba Ona Carbonell.

Su empeño y conocimientos le permitieron llegar en 2015 a trabajar en la mejor liga de baloncesto del mundo: la NBA. En Estados Unidos ha trabajado con los San Antonio Spurs, equipo en el que ejerció durante cuatro temporadas como coordinadora del departamento de ciencias del deporte. Tras esta experiencia, se enroló con los Sixers de Filadelfia, donde la temporada pasada fue la directora del departamento de rendimiento.

«Cuando haces deporte sacrificas muchas cosas, pero no duele», ha admitido Lorena Torres después de asegurar que no cambiaría nada de su vida. En cuanto al futuro, no tiene «ni idea» de que le deparará. «Intentaré, como siempre, disfrutar al máximo y dar lo mejor de mí», ha zanjado.