«Si la dejamos, la naturaleza es capaz de recuperarse»

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Diana Blesa | Ibiza

El conseller de Medio Ambiente de Formentera, Antonio J. Sanz, debate en un foro virtual organizado por el Club Diario de Ibiza con el responsable de la Asociación Despierta sobre los aprendizajes que ha dejado el Covid-19 en relación a la biodiversidad.

Con el Covid-19 ha quedado demostrado que, si la dejamos, la naturaleza es capaz de recuperarse». Así se pronunció el conseller de Medio Ambiente de Formentera, Antonio J. Sanz, en el foro virtual ‘El valor de la biodiversidad en tiempos de Covid’, organizado el miércoles por el Club Diario de Ibiza.

El representante de Formentera debatió con el responsable de la Asociación Despierta y director de comunicación de The Climate Reality (organización de Al Gore en España), Ángel Cano, sobre la relación entre el Covid-19 y la naturaleza en un foro virtual moderado por el periodista de Diario de Ibiza Joan Lluís Ferrer. Estaba prevista la participación del profesor de investigaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor asociado a la Universidad Rey Juan Carlos Fernando Valladares, que finalmente no pudo asistir por causas de fuerza mayor.

Más conciencia medioambiental

Ángel Cano incidió durante todo el foro en la importancia de potenciar la conciencia medioambiental de la población, que «no sabe lo que está pasando». El ponente afirmó que la interacción del ser humano con los animales está tan alterada, «que podemos comer especies que antes no se comían». Cano destacó ejemplos como el murciélago o los pangolinos, y se refirió a que la población humana ha crecido tanto que ahora llega a lugares a los que antes no accedía. «Los animales salvajes desarrollan patógenos cada vez más fuertes por la contaminación de sus hábitats», que a ellos pueden no afectarles pero que pueden tener consecuencias graves en el ser humano. «Cuando estas enfermedades llegan a nuestro entorno urbano, las posibilidades de contagio aumentan porque estamos más expuestos al permanecer [los virus] más tiempo en el aire a causa de la contaminación», expresó.

«Si la dejamos, la naturaleza es capaz de recuperarse»
Ángel Cano, durante su intervención en el foro virtual

Respecto a la rápida propagación de estas enfermedades, Ángel Cano se refirió al mundo global: «Si alguien en Wuhan come murciélago, se infecta, y luego viaja a otra parte del mundo las posibilidades de contagio se multiplican», comentó. «Una de las consecuencias del Covid es que las fronteras van a estar más controladas».

Transformación natural

El conseller de Medio Ambiente de Formentera destacó la transformación de algunos espacios naturales de la isla tras el confinamiento. Con unos vídeos submarinos de inmersiones en diciembre de 2019 y en la primera salida tras el confinamiento, demostró cómo la vida se había multiplicado bajo el mar. «Sin el impacto del hombre, hay más vida».

Tras el tiempo de confinamiento, y al comprobar los cambios que se han producido en diferentes entornos naturales, «la gente se ha dado cuenta de que tenemos a los animales oprimidos», aseveró Ángel Cano.

El responsable de la Asociación Despierta fue más allá, y reclamó a los gobiernos un compromiso firme para acabar contra el cambio climático: «Los gobiernos pueden cambiar grandes cosas en un corto espacio de tiempo, como ha demostrado el Covid. Hemos aprendido que, cuando queremos, podemos». En este sentido, destacó que el Covid acompañará a la sociedad durante «unos meses», pero el cambio climático permanecerá durante muchos años. «Es un problema mucho más grave que el Covid».

Otras enseñanzas del Covid-19


Respecto a las enseñanzas que la sociedad ha podido aprender del Covid-19, es que «hemos aprendido a vivir con menos», en palabras de Cano, quien aprovechó para remarcar la importancia de cada decisión de compra de cada persona para definir el futuro del planeta, tanto por la procedencia del producto como en relación a los métodos de producción, las formas de presentación (uso de plásticos)…

Por otro lado, el representante de Formentera apeló a la organización de conferencias, foros y otros eventos de forma virtual, «sin necesidad de que un buen número de personas se desplace», y evitando así la contaminación propia de estos desplazamientos. Ambos ponentes se mostraron convencidos de que «las videoconferencias han llegado para quedarse».

Pequeñas acciones

Antonio J. Sanz recordó cómo la población ha asumido rápidamente nuevos hábitos como el uso de mascarilla o la necesidad de mantener distancia social con la llegada del Covid-19, y destacó la importancia de incorporar pequeñas acciones en el día a día que ayudan a proteger el entorno: desde reducir el consumo innecesario de energía a generar menos residuos. «Estamos colapsando el medio ambiente», incidió.

«Si la dejamos, la naturaleza es capaz de recuperarse»
Antonio J. Sanz, conseller de Medio Ambiente del Consell de Formentera

El conseller destacó las acciones que está desarrollando Formentera para «tomar medidas para parar la crisis climática» en su territorio: desde proyectos de concienciación ciudadana, la apuesta por las energías 100% renovables, la limitación del consumo de plásticos de un solo uso y la promoción de una movilidad más sostenible.

El periodista Joan Lluís Ferrer puso sobre la mesa la reducción de trayectos marítimos entre Ibiza y Formentera incluso en temporada alta, y Antonio J. Sanz destacó que «se reduce la frecuencia, no el número de plazas», con el objetivo de que haya mayor aprovechamiento en los barcos que viajan entre las islas.

Fomentar la cultura de la reutilización es otra de las grandes tareas pendientes de la sociedad, según Antonio J. Sanz, quien habló también de la importancia de fomentar la separación de los residuos en el origen, aprovechar los residuos orgánicos para generar energía y adquirir nuevos hábitos que ayudan a reducir el impacto medioambiental: «Haz todo lo que esté en tu mano».

El foro virtual se cerró con un vídeo de la desescalada en Formentera en el que, a través de impactantes imágenes de la isla, se invita a pensar en un futuro más sostenible para todos.

«Si la dejamos, la naturaleza es capaz de recuperarse»
Joan Lluís Ferrer fue el encargado de moderar el foro virtual desde la redacción de Diario de Ibiza

Las casas y los cuidados: Una mirada feminista

Si pensamos en nuestras casas, pensamos en espacios de recogimiento y descanso, pero detrás del «hogar dulce hogar» se esconde un lugar de trabajo. En las viviendas realizamos la mayoría de tareas relacionadas con la nutrición, el vestir, la salud preventiva y el apoyo anímico y educativo de nuestro núcleo familiar más cercano. Los «cuidados» son, en la definición de la politóloga feminista Joan Tronto, «todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro ‘mundo’ para que podamos vivir de la mejor manera posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nosotros mismos y nuestro medio ambiente». Sin embargo, las casas en las que vivimos actualmente no facilitan estas tareas, no fueron diseñadas para poner los cuidados en el centro.

Durante siglos, las casas han sido el territorio de «la perfecta ama de casa», cuyo rol era ofrecer un amor abnegado e incondicional a la familia. Esto permitía, como apuntó Yayo Herrero en su reciente charla en el Club Diario, que el marido pudiera vivir «desconectado de su cuerpo». Afortunadamente vamos dejando esto atrás, pero los espacios arquitectónicos son reticentes al cambio. La arquitectura ha sido una profesión masculina desde su origen, aunque cada vez seamos más las arquitectas-mujeres. Como apunta Zaida Muxí en ‘Mujeres, casas y ciudades’, los referentes que se estudian en la universidad siguen siendo obras de arquitectos-hombres que no atienden a las experiencias de los cuidados y responden poco a las necesidades reales de la vida cotidiana.

Nuestras casas se componen de una serie de espacios monofuncionales ya predefinidos. No hay más que ver los anuncios de las inmobiliarias: «sala de estar, dos dormitorios, cocina y baño». Es difícil creer que las diferentes formas de habitar, de ser, de relacionarse, de configurar familias, puedan reducirse a eso. Además, esta lista refleja otra cosa: una jerarquía en las estancias, unas son centrales y otras periféricas. Este orden predefinido obedece a una realidad cada vez más alejada de lo que ocurre y queremos que ocurra en nuestras casas.

Un caso paradigmático es la cocina. Una cocina de dimensiones minúsculas, aislada, mal iluminada ¿facilita cocinar en pareja? ¿Ayuda a niños y niñas a ir aprendiendo a alimentarse de una forma sana y autónoma? ¿Permite disfrutar del acto social de cocinar entre amigos, tal y como lo promueven, por ejemplo, los concursos televisivos? Si se ha tendido a cocinas más abiertas no ha sido para dar respuesta a las demandas del feminismo, sino para economizar al máximo el espacio. La cocina no merece ser espaciosa y estar bien iluminada porque sigue considerándose un espacio periférico. Está destinado, por tanto, a ser utilizado por una «persona periférica». Y las cocinas aparentemente más innovadoras, son básicamente espacios en los que presumir de electrodomésticos de diseño y vinoteca, no para cocinar en el día a día con comodidad y criterios de igualdad.

Otro buen ejemplo es el ciclo de la ropa, que debería pensarse como la cadena de producción de una fábrica. La ropa sucia se genera en habitaciones y baños. De ahí se lleva a la cocina, donde, sin causa objetiva, se encuentra la lavadora. La razón, quizás, es que allí solía estar «la persona que va a encargarse de ello». Tender la ropa es un problema mal solucionado en casi todas las casas. La ropa se recoge, se dobla, se plancha (si se plancha) y finalmente se guarda de nuevo en las habitaciones. Si defendemos que el trabajo doméstico es trabajo, pensémoslo desde una perspectiva de optimización del trabajo: ¿Es realmente necesario que la ropa recorra todas las estancias de la casa?

Las casas donde habitan menores se convierten en guarderías en las que las estancias pierden su función original, en aras de un uso «temporal» que va a alargarse durante años. La sala se convierte en una ludoteca repleta de juguetes por ser el único lugar donde se puede vigilar a las criaturas mientras se realizan otras tareas. Una mala distribución afecta también a la vida individual y en pareja de padres y madres.
Y por último, la limpieza. Mientras soñamos con casas robotizadas que se limpian solas, e invertimos dinero en robots que aspiran, los arquitectos (y las arquitectas) todavía somos incapaces de diseñar teniendo presente, por ejemplo, que un armario exento acumulará más suciedad que uno empotrado, o que una mampara de ducha mal planteada puede ser nuestra peor pesadilla.

Una arquitectura que ponga los cuidados en el centro es un concepto relevante pero todavía poco desarrollado. El diseño de nuestras viviendas y de nuestras ciudades reproducen las estructuras de poder y los roles de género que rigen nuestra sociedad. Si observamos bien las dificultades de la vida cotidiana, podremos aplicar nuevas miradas a nuestras viviendas. Las feministas tenemos el desafío de reivindicar espacios no patriarcales y de reinventar las casas del futuro. ¡Viva el 8M, en las calles y en las casas!

La geógrafa Rosa Vallès, Premio 8 de Marzo de las Dones Progressistes

Una «pionera» en su labor profesional como docente e investigadora, una luchadora contra el estigma de la salud mental y una mujer que supo lidiar con su trabajo y su familia sin desatender ninguna de las dos facetas. Son los motivos por los que la Associació de Dones Progressistes d’Eivissa y formentera ha decidido conceder el Premio 8 de Marzo a Rosa Vallès Costa.

«Es una mujer investigadora, pionera en la isla, que ha escrito artículos y se ha dedicado a la investigación», destaca la presidenta de la entidad, Mariví Mengual, que recuerda que con este galardón se quiere reconocer y hacer visibles a mujeres de la isla. La entrega se celebrará el próximo viernes, 6 de marzo, en el Club Diario a las siete de la tarde. El acto está incluido en la IV Semana Cultural de la Mujer

«Ha sido profesora de geografía de instituto y en la UNED, investigadora, y todo ello en un momento en el que ese mundo era mayoritariamente masculino», comenta la bióloga Antonia Maria Cirer, encargada de la documentación para la entrega del premio. Ella misma recuerda que cuando Vallès se incorporó como docente al instituto Santa Maria de Ibiza ella era la única mujer. «Desarrolló su faceta profesional sin renunciar a una familia. Tuvo un hijo con enfermedad mental y sacó adelante una asociación para hablar sobre lo que supone esto sin estigmatizarla», continúa Cirer, que concluye: «Fue un modelo a seguir, un ejemplo».

Desde que la asociación creó el Premio 8 de Marzo, en 2006, lo han recibido, entre otras, la directora de teatro Merche Chapí, la activista Alda Yurramendi, la catedrática de Filosofía Llanos Lozano, la ‘matalassera’ Francisca Ribas o la profesora de música Charlotte Look.