La lacra del intrusismo y la escasez y el elevado precio de las viviendas fueron algunos de los asuntos que ayer se debatieron en el primer Foro Inmobiliario, organizado por Diario de Ibiza bajo el título ‘Tendencias y perspectivas del sector’. La presidenta de Apibiza denunció la existencia en Eivissa de unas 800 agencias dedicadas a la venta y el alquiler, la mayoría de dudosa legalidad.
«Hay que limpiar el mercado [inmobiliario] de Ibiza». Así de tajante se mostró ayer la presidenta de la Asociación de Profesionales Inmobiliarios (Apibiza), Mila González, durante la presentación del primer Foro Inmobiliario organizado por Diario de Ibiza bajo el título ‘Tendencias y perspectivas del sector’. A juicio de González, «las autoridades deben establecer un reglamento de la actividad», de manera que «existan unos requisitos mínimos que deben cumplir los agentes inmobiliarios».
Porque el intrusismo es, según los expertos que ayer participaron en el foro, una de las mayores lacras, junto a la falta de vivienda: «Y ambas van de la mano», aseguró González. De hecho, la presidenta de Apibiza propuso que el Consell «abra una oficina dedicada exclusivamente para combatir el intrusismo profesional», algo que «afecta a todos los sectores de Ibiza. Y pide que sea «una sola oficina»», para no peregrinar de una a otra. También precisó que se debe legislar para que las denuncias por intrusismo sean anónimas.
800 agencias activas
Tal es el nivel de intrusismo que Apibiza ha detectado la existencia de 400 agencias que se dedican a la venta y alquiler de inmuebles en Ibiza, «entre legales, ilegales, pseudolegales y otras hierbas que se anuncian con variopintos nombres» y usando el de la isla como cebo. «¿Realmente son necesarias aquí 400 agencias para este tipo de negocio?», preguntó retóricamente. Incluso podrían ser más: 400 son las que han contado tras un vistazo en la red, «algunas con teléfonos que no son de España», pero calculan que hay activas unas 800.
La isla está llena de «francotiradores» que se ponen en contacto con sus clientes «a través del wifi del bar» donde desayunan. González duda de que esa gente cumpla con leyes como las de blanqueo de capitales o de protección de datos, además de que es más que probable que defrauden a Hacienda. Lo que le extraña es que, pese a que sea tan evidente que actúan de espaldas a la legalidad, dispongan de inmuebles para alquilar o vender y que sus propietarios cedan las llaves «a gente sin garantía». De ahí que considere que «se debe regular urgentemente esta profesión».
González propuso, además, que las fuerzas políticas de la isla alcancen un consenso en urbanismo «para los próximos 30 años o 40 años», de manera que el Plan Territorial Insular (PTI) no se modifique cada cuatro años y para que los planes generales de ordenación urbana (PGOU) se actualicen de una vez. Y todo ello con el objetivo de crear seguridad jurídica.
Respecto a la situación que atraviesa la vivienda en Ibiza, aseguró que se da la paradoja de que «disminuyen las ventas pero el precio no se ajusta a esa realidad». «Hay que encontrar la manera de que la oferta y la demanda se encuentren», señaló. Por ejemplo, «en 2018 cayeron un 24% las ventas». Afirmó que «no se cierran operaciones, no se construye, no se reforman casas…».
Precios irreales
Los precios, admitió, están por encima del valor real: «No es igual una casa con muros de bloque que una nueva que cumple todas las normas. Los precios no deberían de ser iguales». Y, sin embargo, lo son. El mercado de segunda mano está desbocado. Hasta González admitió que su inmobiliaria ya no se dedica al alquiler y venta a residentes, sino a no residentes (extranjeros, sobre todo) «porque hay poco y caro». Para que un residente adquiera una casa «se tiene que endeudar toda la familia para comprarla y, además, para restaurarla luego».
En su ponencia ‘Análisis del ciclo inmobiliario 2014-2018 y escenario 2019’, Consuelo Villanueva de la Sierra, directora de Instituciones y Grandes Cuentas de Sociedad de Tasación, subrayó la «desigual evolución» del precio de los inmuebles en España tras la crisis del 2008. Mientras en Madrid y Barcelona se dispararon, «en el resto del país, salvo en Palma y Sevilla, no pasó nada». Se trata de un «ciclo muy especial» en el que se está dando esa característica por primera vez.
Uno de los motivos es que «el mundo inversor, que antes se fijaba en el sector terciario, en las oficinas, ahora ha puesto sus ojos en el residencial». Los pisos que tras el estallido de la burbuja inmobiliaria no se podían vender «han pasado de la Sareb a la fondos de inversión, pero aún no se ha digerido nada». Ahí siguen muchos, en el limbo, sin compradores. En ese sentido, Villanueva citó un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) que advertía de la existencia de «subidas de precios coordinadas de manera sincronizada en 44 ciudades del mundo», entre ellas Palma. La razón: el mundo financiero invierte en productos residenciales. Hay mucho dinero en juego en la bolsa.
Ibiza es, según Villanueva, «un mercado maduro con mucha escasez de suelo» al que «han decantado por el lujo». La directora de Instituciones y Grandes Cuentas de Sociedad de Tasación subrayó las palabras «han decantado».
Formentera, más cara
Durante la mesa redonda, Jeffrey Fernández, delegado pitiuso del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, comparó los ejemplos de las dos islas pitiusas: Formentera «es un 30% más cara que Ibiza», subrayó. Allí han decidido, según cree, «apostar por tener calidad de vida» reduciendo el suelo disponible. Si en Ibiza se apostase por construir más «podríamos acabar siendo como Benidorm», avisó. «Más calidad de vida pasa por parar de construir», dijo. Eso sí, para Fernández, si la normativa urbanística impide construir en suelo rústico, este perderá valor y provocará un efecto rebote: lo ya existente aumentará más de precio. Mila González duda de esa ecuación: eso sólo ocurrirá «siempre que haya compradores». «Eso –añadió– lo regula el mercado. Y la demanda no siempre aumenta». Porque «quizás no haya tantos ricos en el mundo dispuestos a pagar esos precios. No somos el ombligo del mundo», advirtió posteriormente.
El arquitecto Jaime Romano considera que «no existe un plan» sobre qué se quiere para el futuro, de la isla, algo que sería necesario para «alcanzar el equilibrio».