Los bebés no lloran para manipular a sus padres ni se despiertan por la noche para fastidiarlos. Los bebés son bebés y está en su naturaleza quejarse y dormir mal. De hecho, el enfermero pediátrico y divulgador, Armando Bastida, no entiende la frase ‘dormir como un bebé’ como algo positivo porque él, como padre de tres criaturas, ha comprobado que «duermen fatal». «Nadie quiere dormir como un bebé, sino como su padre», dijo entre risas.
Bastida habló ayer sobre cómo ‘Ser padres con sentido común’ en la II Jornada ‘Gestionando Familias’ celebrada en el Club Diario de Ibiza. En una sala abarrotada de padres, madres y bebés, el experto, en tono distendido y cercano, arrojó luz a aquellas familias que no encuentran respuesta a las rabietas, lloros y enfados de sus pequeños.
El enfermero, creador de la plataforma ‘Criar con sentido común’ y autor del libro ‘Soy papá: guía para criar con sentido común’, es un firme defensor de pasar tiempo con el bebé desde que nace. Solo así, dice, se pueden crear vínculos con él: el de la madre es fundamental, pero también el de su pareja, en caso de que la haya.
En cuanto nace aconseja a los progenitores, si así lo sienten, enviar un mensaje a familiares y amigos para evitar visitas en los primeros días en los que todo es nuevo y, por tanto, un «caos». «Hola familia, estos primeros días hemos decidido estar en casa los tres solos para ir haciéndonos a la nueva situación», como ejemplo de texto base. Pasado este periodo, Bastida dice que hay que tener en cuenta otros detalles, como evitar «abusar» de pasar al niño en brazos de unos a otros en las visitas. «Esto le altera y luego es más probable que llore por la noche», dijo.
Eso sí, el bebé va a llorar igualmente y a cualquier hora del día. «Ojalá viniera con un manual de instrucciones, pero trae el llanto. Se queja para decirte qué es lo que no necesita», explicó el enfermero. Y es que el bebé no sabe si has ido un par de minutos a apagar el fuego porque se te va a quemar lo que has puesto en la cazuela, lo que ve es que no estás a su lado. Al igual que no es consciente de que a las ocho de la mañana tienes que ir a trabajar porque, de saberlo, quizás no se despertara cuatro veces durante la madrugada.
En este punto entra en el debate una cuestión fundamental: la conciliación familiar. A juicio de Bastida se ha avanzado mucho en este sentido, pero no lo suficiente. Él, que tiene tres hijos de 16, 13 y diez años, apunta que con el primero únicamente pudo disfrutar de tres días de baja. Al cuarto ya estaba trabajando. «Pensaba que al llegar a casa el niño iba a estar dormido, mi mujer me habría hecho la cena, etc, pero al entrar por la puerta estaba todo a oscuras, mi mujer sin apenas comer y pidiéndome que le hiciera algo caliente para cenar y que metiera a la nevera la compra que había hecho hace horas», indicó en la conferencia.
Baja maternal y paternal
«La sociedad nos miente para que tengamos hijos porque la natalidad empieza a ser un problema», bromeó. «Y luego nos dicen que los ‘abandonemos’ porque tenemos que ir a trabajar para realizarnos, cuando lo que nos gustaría es pasar tiempo con nuestros hijos», sostuvo. Ahí es cuando empezó a indagar en el cuidado infantil, al darse cuenta de que, aunque «las mujeres adquieren superpoderes cuando son madres, los primeros meses son muy duros».
Durante el embarazo «pensamos que con el permiso de baja vamos a poder hacer muchas cosas, sacarnos unas oposiciones… pero te das de bruces con la realidad y con la soledad. Tienes a gente a tu alrededor, pero te sientes solo», reconoció el divulgador, que despeja dudas a través de sus redes sociales. Solo en Instagram cuenta con más de 400.000 seguidores.
Bastida señaló que se ha normalizado decir que hay que ir acostumbrando al bebé al desapego para que ir a la guardería no sea un drama; algo que, dice, es negativo para el bebé y para sus padres. «No hay que negarle cariño al niño en casa. Cuando vaya a la escuela infantil es cierto que, al haber más pequeños, no va a tener una atención tan individualizada como en casa, pero va a estar bien. Luego nosotros podemos volver a acariciarle y a darle el cariño de siempre en casa», añadió.
El término «mamitis» como tal no existe, insistió, ya que un ser humano «para ser independiente tiene que ser dependiente primero».
Alimentación
Solo hay dos opciones de alimentar a un recién nacido: lactancia materna o fórmula infantil. «Si se elige dar el biberón se recomienda que tenga preferencia a la hora de dárselo la persona que es referente primaria», subrayó Bastida, mientras que la pareja «puede hacer otras muchas cosas para crear vínculo con el bebé».
Según explicó, la otra persona puede portear, bañar, dormir, cambiar el pañal y jugar con el niño y esperar seis meses a que empiece la alimentación complementaria para participar en ese proceso. «Ya verás lo divertido que es dar de comer a tu hijo y recoger las lentejas de la pared», indicó en tono de broma.
Cuanto más contacto tengas con tu bebé, mejor desarrollo tendrá, aseguró este profesional que dice que los objetivos de un recién nacido son tres: crecer y desarrollarse, sobrevivir y reproducirse. «Las experiencias y aprendizajes modelan al bebé hasta llegar a su punto de maduración, que está entre los 25 y 30 años», subrayó.
Desarrollo
En esta línea, recordó que los bebés absorben prácticamente todo el conocimiento por los ojos, por lo que si lloran «no pueden desarrollarse porque no ven y no pueden aprender». Llorar no es bueno, es un grito de auxilio y, si lo fuera, no sería tan molesto. Por eso, Bastida no es partidario de dejar que el niño llore cuando es bebé. «Si se le puede calmar hay que cogerlo y hacérselo más fácil», añadió.
Otra cosa es cuando ya tiene unos años más. Ahí es diferente. «De pequeños calmar y de mayores escuchar». Ese es su lema. «Si tiene tres años y llora le tienes que dejar que lo haga porque es su manera de quererse expresar. Si se cae, no sirve con decirle que no ha pasado nada porque para él ha sido importante y está asustado», contó.
Los pequeños hacen lo que ven y ahí reside la importancia de dar ejemplo. «Hay que hablarles a los ojos, establecer contacto visual y agacharse para estar a su altura», sostuvo Bastida, al tiempo que añadió que hay que estar disponible para ellos. «Si quieres estar en sus recuerdos del futuro, deberás estar en sus vivencias del presente», remarcó.
Estar presente, dar ejemplo y no patinar es todo un reto. «No hables de tu peque ni de los demás delante suyo porque les estás etiquetando», advirtió a los presentes. «Si tu hija siempre se ha portado bien, tiene la presión de que si hace algo mal va a decepcionaros y entonces os lo va a ocultar porque no va a saber cómo contarlo», dijo.
Cuidado también a la hora de hacer comentarios despectivos. «Ellos aprenden de nosotros que rechazar a personas por sus características físicas está bien solamente porque nos han escuchado decirlo mientras veíamos la televisión», añadió.
A los niños hay que enseñarles, pero también tenemos mucho que aprender de ellos. «Cuéntales tu vida, incluso tu pasado, porque ellos alucinan porque piensan que siempre has sido adulto. Esto hace que ellos un día decidan contarte las cosas que les preocupan. Y obsérvalos porque, por ejemplo, sus enfados duran dos minutos y luego vuelven a ser amigos. Entre los adultos hay mucho orgullo y, aunque olviden el motivo del enfado, siguen sin hablarse», indicó.
Para este divulgador, un adulto es un niño que ha olvidado muchas cosas. Por ello, cuando pierde el horizonte siempre se hace las dos mismas preguntas: «¿Qué mundo estamos dejando a nuestros hijos?» y «¿Qué niños estamos dejando a nuestro mundo». La respuesta está en cada uno de nosotros.