La primera imprenta regresa al hogar

La primera imprenta regresa al hogar
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La máquina con la que se imprimieron los primeros ejemplares de Diario de Ibiza luce recién restaurada desde mediados de junio en el Club Diario.

La imprenta, una Imperial Press fabricada en Londres de 1857, pertenece al Ayuntamiento de Ibiza, que la cedió temporalmente al rotativo para que la expusiera en sus instalaciones con motivo de su 125 aniversario hasta finales de año.

El Consistorio de Vila invirtió 9.180 euros en la restauración de la imprenta, que se encontraba muy deteriorada después de haber pasado varias décadas a la intemperie en la avenida Bartomeu Roselló, en Eivissa, donde se había colocado en homenaje a los periodistas. La idea inicial era que estuviera protegida por una urna, que se rompió el mismo día de su instalación y que nunca más se repuso.

Este año los restauradores Laia Fernández y Jordi Riera invirtieron cerca de dos meses en rehabilitar esta pieza de museo, que estaba llena de óxido e hinchada en algunos puntos. Limpiarla fue fácil, aunque trabajoso, porque son decenas de piezas las que componen esta Imperial Press.

Los restauradores aplicaron disolvente para eliminar la pintura vieja y quitaron el óxido con pequeños cepillos de metal. Después le dieron una imprimación antióxido, la pintaron de negro y la protegieron con una capa de cera mineral microcristalina «porque va a volver a estar a la intemperie». En junio se llevó a cabo el traslado desde el almacén municipal en el que se llevaban a cabo los trabajos de restauración hasta la sede de Diario de Ibiza. «Desmontarla fue más complicado que el traslado», aseguró Fernández. Durante la operación fue necesario sujetar las patas de la Imperial Press para evitar que se desplomaran al suelo durante los pocos segundos que permaneció en el aire hasta tocar el suelo del Club Diario. Semanas antes de que la imprenta llegara al Club Diario, Dani Yern, responsable de mantenimiento, y Martí García, trabajador de la rotativa, se pusieron en contacto con los restauradores para diseñar la peana en la que se encuentra expuesta la máquina y que tiene que soportar entre 700 y 800 kilos de peso.